jueves, 30 de noviembre de 2023

Pedacitos

 

Hay pedacitos de mí por muchos lados, inermes, son hijos no deseados de mundos fallidos en el pasado.

No tienen nombre, nunca les di uno, no me llaman padre, no me consideran así, son remanentes de la amnesia que olvida olvidar.

Son como yo en ese aspecto y les respeto, y los compadezco por la misma razón.

Hay pedacitos de mí por muchos libros,

Hay pedacitos de mí por muchas copas,

En la Melancolía de calles vacías, calles vacías llenas de nada, nada que dice todo y el todo acá en una pantalla de móvil

Hay pedacitos de mí por muchos árboles,

Hay pedacitos de mí por muchos espejos,

Son como tú, que está leyendo estas letras vacías, y les respeto, y los compadezco por la misma razón.

 

viernes, 29 de septiembre de 2023

Noche, Luna de Cosecha

Noche de Luna Llena, profundo olor a ti en mis sentidos que a la sombra ha sellado los espejos que copian la ficción de las cosas, oscuro negro como ala de cuervo, mis pensamientos se agitan en las madrugadas de estos tiempos.

La prisión de unos labios rotos por el tiempo, la excelsa costumbre de no dormir por pensarte. No estoy solo sabes, vos estás ahí, al final de la cama, ese abismo donde empieza la realidad. Vos estás ahí, en ese café tibio sin tomar. Aunado al maquillaje primario o la apócrifa desventura, de salirse del mundo un rato y re cobijarse a semejante altura. No cree, pero duda. De verdad ha pasado tanto tiempo, tantas letras, tanta distancia, tanta gente y silencio; de verdad se fue la vida soñando regresos y llorando partidas. Porque me parece fue un suspiro y aun así se me agotan los segundos de esta efímera queja.

Hace algunos años estaba haciendo maletas... Quería cambiar, recomponer, redireccionar, transmutar, redimir el mundo. Parecía que había olvidado que no creo en los mesías, pero los clavos de ataúd, esos si son muy reales, me esperaban además dos aeropuertos... Me esperaba un beso. Y también, otra vez, un adiós.

A veces dibujo letras, es la clara oscuridad de la noche de Luna de Cosecha. A veces esa tinta invisible me tiñe los ojos y todo es tan claro de nuevo. He creado y adornado tantas cortinas que parezco haber obviado, pero es mentira... Este telón de teatro no puede esconder tantas cosas. Vos por ejemplo.

    Si supieras todas las rutas que aún nos unen. Si pudieras ver los senderos que yo observo, si entendieras que los caminos a Roma no conducen, pero que hay una calle donde tú y yo nos besamos tantas veces. El hilo no se ha roto. Pero no anuda mi meñique, está en mi cuello y el verdugo urge de laburo. Vasto cielo, enorme lago azul, Luna, Luna de Cosecha, límpiame, sáname... Recuérdame que vale la pena respirar porque estoy muy roto aún. Y duele cada palpitar.

 De verdad ha pasado tanto tiempo, tantas letras, tanta distancia, tanta gente y silencio; de verdad se fue la vida soñando regresos y llorando partidas.

lunes, 28 de agosto de 2023

¿Entre el whisky y el amor?

 No sé qué pasa en este lugar, empuja uno la puerta con lágrimas de sal y veo desde el asiento de atrás, en mi pequeñísimo mundo, acá en el interior de la prematura conciencia: El tiempo no cura, olvida.

    Hace quilombo, hace lo que querrás...

            Que Yo sé, que de noche vos me pensás.

El mundo se dirige velozmente a un lugar muy turbio, estropajo aún mucho más turbio que en el que se encuentra hoy; depresión sin ética. Recordar es volver a vivir, pero solo rememoro muerte a veces... me desperté sin muchas ganas. Son las 09:55 y tengo una leve sensación de querer llorar, claro no lo hare, pero sé que está ahí adentro, como segundero imparable.

Nosotros los infelices, los que no conseguimos dormir de noche, insomnes del horror. La horda que odia a la horda, por ser y comportarse como una horda. Veo el vaso a medio de llenar de whisky, como el corazón a medio llenar de amor, no se decidirme, cual boto cual bebo.

¿¿¿Entre el whisky y el amor decís (???). Cosa difícil he de decir, ambos calientan mi pecho cuando me los tomo en serio.

 No compro vocal para argumentar, pero puede haber tantos beligerantes como intereses. Estos domingos de pensamientos ambiguos y almuerzo retardados me ponen, no sé, regular. Whisky barato, para recuerdos de gran reserva entre labios resecos anémicos de besos.

Me pregunto si un día de estos te da por escribirme de nuevo, nos miramos con odio, nos queremos con justicia o con venganza, y las horas entre ambivalencia se quedan con sed de whisky, depresión sin ética.

 

domingo, 28 de mayo de 2023

Zahorí

 

Quizás eso es AMOR. DOMINGO de esos, cuando tu voz atrapada en una grabación me dice hola. ¡Hola! Sin saber nada, lo sé todo y tiene sentido, ¡aunque en verdad no lo tiene!

Todo decidido a cara cruz, el tiempo pasó. No sé si nos hicimos más viejos, pelotudos, ambas cosas o cada cual comenzó a sentirse identificado con su propia miseria solitaria.

Como zahorí buscando entre las personas un rostro. Tu rostro, y solo ruinas de vidas pasadas me encuentro en la búsqueda. Y así, sin más... como quien nunca fue, como quien nunca estuvo, le dije adiós a quien ya se había marchado.

    Lluvias de fin de verano, monzónicas, espontáneas, fugaces como sueños bonitos, relampagueantes como el despertar a medianoche.

sábado, 29 de abril de 2023

Aceleré a tope

 

Súcubo indolente del recuerdo, que viola la privacidad de mi noche solitaria. Que susurras en mi oído... Triste la anécdota de aquel qué insomne, sueña con ojos abiertos volver al pasado, que también fue solo un sueño diurno, al menos, esa madrugada.

La bufanda daba vuelta a mi cuello, pero no era la bufanda la que me ahorcaba esa noche, era el deseo, la incertidumbre, cómo cuando un niño desesperado abre un obsequio y no tiene cuidado en el empaque.

Eras tú, el nudo en mi garganta.

Ganas de escuchar tu voz, de oír a la eternidad y el abismo que deseo, aceleré a tope el motor del Toyota, gruñía sofocadamente, había que ganar tiempo, había que ir y regresar... Ella dormía, yo soñaba despierto y la carretera me quedaba chica, al menos ese día.

Metí los pies en el mar, la playa estaba aún tibia, no quise para ver para atrás, temía estar solo. Cada ola golpeó mis piernas, cada sonido invadió mis oídos, con el último de mis anhelos extendí la mano buscando otra mano. No había ocultas intensiones, nada está actuado o ensayado, era la pulcritud del que ansía con su vida, consumar la realización de un anhelo.

Cómo el sol cuando brilla y alumbra y no piensa que lo está haciendo. Qué sencillo era el diario vivir, quisiera saber de nuevo que se siente. (Estar vivo).

Jadeaba la madrugada, el susurro del vientecillo acariciaba la ventana barata que exponía un paisaje tan caro como el paraíso mismo. Y la sábana blanca, hacia esfuerzos incomparables con tal de cubrirnos a ambos, aunque con mi calor bastara y sobrase, al menos, esa madrugada.

¿Y si era un sueño o pesadilla? O acaso introversión del abismo... Porque si no era real, yo tampoco existía y esta noche de insomnio es solo un cuadro sin lienzo, sin imagen, sin por qué.

Hay relojes que siguen marcando las mismas horas, aunque por ellos hayan pasado ya años; al menos,

esa madrugada

lunes, 20 de febrero de 2023

Insomnios duermevelas


La sartén reclamaba un cese al fuego, había cena, había vino y había hábito. Complicidad de elementos extraños, en una tosca buhardilla para enamorados, pero el amor como el sartén se estaba quemando.

El teléfono gorjeaba cómo un ave minúscula, era el santo y seña, de que aquella voz maravillosa que iluminaria mi día.

Y por las ganas y para congoja de los psiquiatras, y por pura gana de joder y joderse, avivaba la llama que le consumía, por egoísta y mezquino, o quizás por misericordioso, pero funcionaba y en plena caída, por mérito propio podía volar. De cuántas tardes lluviosas estará hecho el destino, es extraño, nunca lo averigüé. Olvide primero el seguir recordando. Solo muy de vez en cuando se enciende la llamita de la curiosidad. Solo olvido en defensa propia. 

Y solo recuerdo en estado de emoción violenta, Luna, Luna Llena, marea inconstante, socavón sube y baja de la sangre, vaivén del deseo, pairos y derivas del corazón, memoria recurrente, insomnios duermevelas, aún trastornas todo en mí.

La voz en esa vieja grabación suena tan distinta.

¿Miente el tiempo?

¿Miente la memoria?

O quizás,

¿Mentía la persona...?

No, no, soy Yo quien se engaña así mismo cada que la oye. Hay lugares donde uno quisiera ir desentrañar (con personas del pasado) para que el presente tuviese sentido.

Pero la paradoja es obvia y así se destruyen universos.

Cómo bien dijo un día Annie Ernaux, parafraseándola sin su permiso: “estaba yo ahí siempre imaginando la repetición del ayer, queriendo que el pasado fuese el presente”.

La sartén reclamaba un cese al fuego, había cena, había vino y había hábito.

 


jueves, 26 de enero de 2023

El hombre sentado en la Luna fumaba

 

El hombre sentado en la Luna fumaba su cigarrillo inclemente, sin ver para atrás sabía que el pasado seguía ahí rondando su sombra, que el humo tenía ojos y el viento tenía oídos que llamaban a gritos un nombre. El relente empapaba de a poco el ánima que le acompaña, no dice nada, nadie le llama. Hay cierta complicidad en el silencio, los espejos saben mucho de eso. 

Menguan las estrellas, el horizonte, el fractal del universo que sus miopes ojos intentan alcanzar y no pueden.

Otro cigarrillo más aún no sale el Sol y la tierra está muy lejos desde la Luna.

Cómo el tiempo que queda atrapado en sonidos e imágenes, cómo las distorsiona igual la mente, el pequeño olvidó, pero están ahí, ingrávidas e incorruptibles; haciendo bien o haciendo mal. Aquella mañana, estaba sentado fumando en la Luna. Y el sol brillaba, aunque el viento estaba un poco frío.

Se rasca con la manga de la sudadera la barba de dos días, el fato de soledad, el guiño de los años.  El hombre sentado en la Luna fuma su cigarrillo eterno, quería cambiar, recomponer, redireccionar, transmutar, redimir el mundo que hoy desde la Luna observa.

Parecía que había olvidado su descreo en los mesías. El tornado en su cabeza, de vez en cuando se cansa y deja ese silencio incomodo que le deja hacer planes para el futuro.

A veces dibuja letras en la clara oscuridad de la noche. A veces esa tinta invisible le tiñe los ojos y todo es tan claro de nuevo. Pero ahí está, renace siempre. El conticinio recalcitrante del olvido mal habido, y es, cómo siempre es, una sátira aterradora.

El hombre sentado en la Luna pensaba: de verdad ha pasado tanto tiempo, tantas letras, tanta distancia, tanta gente y silencio; de verdad se fue la vida soñando regresos y llorando partidas. Porque me parece fue un suspiro y, aun así, se me agotan los segundos de esta efímera queja, en este cigarrillo que no acaba.

Pero el cigarrillo se había apagado ya tiempo atrás.