miércoles, 20 de abril de 2011

La Ultima Vez, ya lo Eras

La primera vez que te vi no me pareciste tan importante, pero la última vez que lo hice ya eras un todo de importancias en mi vida, en mi mente.

Este calor que asfixia las almas, esta situación que propone sudar sin impedimento, esta noche de verano que me ahoga la frescura, que pospone mi sueño faltante y sulfura mis pocas ganas de estar aquí; me recuerdan tu cuerpo. Sí, es viento de hastió, de no sé dónde que acalora mis más sentidos pésames, mis más queridos recuerdos. Me pregunto si tu querida niña, entenderás flagrante la seudo historia, donde la introducción el nudo y el desenlace en yuxtaposición se parecen más de la cuenta…

            Pero se por tus palabras en contestación silenciosa, que no estas al tanto de la supuesta precaria realidad, que otros vivimos por motivo de lo incierto e ingrato; de lo que los bien llamados simples denominan (desatinadamente según mi parecer): “destino”, y que el desasosiego de páginas repletas con mi letra confirman en este mísero momento la altisonante paranoia de sentirse perseguido en completa soledad. Es causa y efecto, me repito, pero nadie escucha.
Es como ir a la deriva arponeando seres salidos de mis más íntimas sicodelias, perseguido en visiones nocturnas por el mismo cansancio y desasosiego compartido de siempre, clamando a la conciencia que vayas tu conmigo y Yo contigo si es posible; ya sea de rival o de consorte, pero presente, para no asirme y fijarme inamovible en esta basta realidad.

Tanto hubiera deseado no ser tan perfeccionista

               Buscando el momento, Yo siempre hedonista…

Tanto hubiera deseado no fueras tan itinerante

             Para permanecer Tu, a mi lado constante…

Pero no fui cauto, ni humanamente benefactor, siempre he sido más egoísta que altruista, más astuto que solidario y Tu, siempre tú, tan distante, tan difuminada al exterior egoísta ahí donde no puedo alcanzarte, ahí donde tú, siempre tú buscaste lo que Yo no podía ofrecer sin ver a los lados de mi propia conciencia, de nuestras mermadas capacidades por ayudar u ofrecer sin pedir a cambio.
A veces extraño ser eso que nunca he sido, un hombre demasiado simple.
Dudar menos y confiar más.
Hubiera preferido que otros lo dijeran, tal vez esos otros lo dijeran mejor; ah! este viento cálido de abril me recuerda tu cuerpo, y el momento en que te tuve demasiado cerca, se me escapo.

Ojala hubiéramos sido distintos a los que somos, tal vez así, solo así fuéramos cómplices de alguna historia del límite de lo que podemos soportar, náufragos de eso que llaman cariño o amor, o fraude existencial, eso que todos tachan de felicidad.

La primera vez que te vi no me pareciste tan importante, pero la última vez que lo hice ya lo eras; eras un todo de importancias en esta vida mía, en mi mente. Ahora en mi corazón ya te pareces más a alguien que nunca he conocido, todavía…

martes, 19 de abril de 2011

Imaginando (un año a pasado)

Cuando pienso lo que pudimos ser, rememoro mis mejores intentos, dulcifico mis amargos momentos, aclaro lo que a la vista parecía obtuso y miope, cuando imagino de las cosas que juntos pudimos vivir, se me alegra el corazón y salta como niño travieso a quien nadie corrige, si, así es, cuando me desgasto soñando que pudimos ser algo,

-entiendo que ese algo pudo serlo todo-. Y que conste que esto ya antes lo había dicho.-

      Cuando pienso en que juntos pudimos estar me emociono gratamente, no por vano egoísmo o por pura pasión desmedida, imaginar que pudimos estar juntos es reinventar mi historia con mejores versos y melodías,
es augurar muchos buenos días;
o ignorar tardes de lloviznas,
pensarte me resulta benefactor de muchas insipiencias, embriagante calidad me provoca llegar a sentir que pudiste ser mía, que pude entregarme a ti y solo a ti, para reivindicación de mi espíritu quebrantado. De esta primavera en oscura sequía. Faltan pocas horas antes de cumplirse exactos trescientos sesenta y cinco días de mi fallido intento y el olor de las rosas todavía me sabe amargo hasta los pulmones.

Imaginar que a mi lado pudiste ser la mentora de mis pasos, el idilio de mis besos, el auto retrato de la armonía; es para mi el mejor tributo que puedo otorgar a la dicha en esta vida, pensarte en mi resulta congoja también de besos no dados,
        de un regalo aun empacado
de noches sin abrazos,
       pero de eso ya he hablado demasiado.
Por eso me desgasto esta noche en pensar que juntos pudimos recorrer senderos nuevos, posadas antiguas, sonidos placenteros, noches y Lunas.

Cuantas palabras de esta mente no pudieron ser todas de tu propiedad, de tu antojo de tus vicios del entendimiento, cuanta “fe” pudiste convidarme de haber estado Tu y Yo coaligados en romántico contrato.
En el instante que imagino que pudimos ser algo,
       -entiendo que ese algo pudo serlo todo-.

Aún recuerdo el momento en que te manifestaste en mi vida, un ínfimo instante, una visión pasajera que lenta sin apuro subía por una escalera, sin embargo la fortuna se encargó de atarme a tu figura, a tus desánimos a tus excesos, a la voz interna del instinto que pude escuchar en mis oídos, al tacto de tu piel en aquel beso desinteresado del primer saludo en tu blanca mejilla, el bullicio que no me permitió escuchar tu vos esa noche y tu vos esa que sueño ahora en todas mis noches.
Si cuando pienso que pudimos estar juntos todo me sabe a alegría.

     Cuando pienso lo que pudimos ser, rememoro mis mejores intentos, dulcifico mis amargos momentos, aclaro lo que a la vista parecía obtuso y miope.
Soy un hombre sin complejos. A un año de un muy concienzudo intento por subsistir y permanecer dentro del corazón de alguien, solo puedo decir…

Al imaginar en lo que pudimos ser, es solo eso, un pensamiento, porque Tu estas con él…