lunes, 22 de noviembre de 2010

Como les hablo de Mí (cuasi autobiografía)

Escribir de mi, escucho… vaya fatiga en la tarea, que les puedo decir, bohemio, andasolo, apasionado, demente, oscurantista, nocturno, irremediable, infiel a todas las creencias (el perfecto dudante), cara dura o recalcitrante, soñador, poeta de calle, bajo relieve de una oficina, enamorado del amor, esclavo de la música, profesional de carrera, caminante de aceras vacías de tumbas viejas, historiador de facetas de antaño.
Eso más o menos, menos que más dirán, o da igual porque el orden de los factores no varia el resultado dice la matemática elemental.

Que mas puedo decir o escribir – si gustan corregirme -; de todos mis vicios las letras, la fascinante lectura mi mejor amante, pero no repita usted, lo que acabo de escribir - mucho menos decirlo en alta vos - , no sea que aquella, a esa que llaman Soledad, se entere de lo que cuento y se enfade conmigo por bígamo, si ella, mi perdición la que me atrapo desde el día que descifre mis primeras letras en aquel viejo libro.

Pero no prosigo mas, porque este falaz prologo, de este ambiguo escrito que cabe en una hoja no dice mucho más que aquello que por venir tiene.

- Dice entonces –

Humo de cigarro, ruido de camión, efecto de cerveza, risas por montón.
Resaca de fiesta; cabello alborotado, ideas en la mesa.

Como les hablo de Mi; que omito para se un “santo”, que confieso para ser decente.

Libros nuevos, viejas herejías,
Leyes absurdas de una ley ya corrupta,
Sistema viciado, sueldo pagado, llamadas inconclusas
Recuerdos de extrañas excusas.

Como les hablo de Mí, que digo para no asustar, que me callo para ser cotidiano.

Poesía lirica, música estridente, tatuajes con significado
Tardes de mercado
No soy tan diferente fui solo un disidente, de la fe, del sistema
De la métrica que siempre me quedo grande.

Como le hablo de Mi; del adolecente viajero, del adulto menos viajero, o acaso del sombrero, que quise y no compre; de las pipas y su contenido, del heavy metal y alaridos de guitarra, de mis meta carpos que no alcanzaron las llaves de la guitarra española. De mis grabaciones, de mi vos cansada o de mis quejas ya añejadas.

Tarimas desiertas, aplausos lejanos, encendedores robados
Zapatillas con agujeros, cabalgatas a caballo; noches sin verano
Lluvia con sabor a lágrimas, lagrimas tantas que parecen lluvia

Brujería, negación buenas obras, de regreso y redención, la caída y desconsuelo, la ultima evolución, del telescopio y sus estrellas de Newton y Mago de Oz. Del escepticismo y sus beneficios de mis amoríos ficticios.

Que les cuento, de mis ciudades fantasmas, de mi familia tranquila – y complicada como todas, normal como todas -; o de esos cómplices tan necesarios en la vida esos que llamo Amigos – tan necesarios que nada seria si todos ustedes - , les debo a todos un espacio en mi epitafio.

Como les hablo de Mí; del amante fervoroso, o del victima engañado
Del escándalo o del silencio acordado, de los poemas que escribo o de las cicatrices en las muñecas de manos ajenas
De los besos mas tiernos o de lo que fueron comprados.

Y con todo y eso…
Todavía me pregunto a diario como les hablo de Mí…

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Voz de Ilusion

Es extraño pensar en lo que me hace falta; no quiero con esto confundir un simple deseo por regocijo o por vana obsesión; pero parece tan fácil compararlo con aquello que sentía, con eso a lo que llaman simplemente y a voces “Ilusión”, con aquello que obtenía tan fácil y tan barato dirían y es hasta cómico que sea cierto el saber tal cual esa condición cuando por las mañanas simplemente despertaba con la bendición de mi fugaz y muy personal –cabe decir- , personal fantasía; si tan cortes, tan efímera y embriagante condición de auto convencimiento basado en un “hola” mañanero, cómplice del horario, tramposa incidencia que nos coincidía en esa calle, por esos pasos y avenidas, en ese elevador que se cierra.

Ahora lo comprendo, si es cierto ahora lo comprendo que nunca pague por el beneficio de existir en ese minuto que solo a mi parecía contribuir. Que barata y simple era la felicidad en esos instantes, o cuando inconmutable veía el reloj marcando las 12 de un medio día cualquiera, con la vista tranquila parecía no importar, pero en el fondo me sabia a la espera (entusiasmado o preocupado por el ínfimo atraso) de esa infalible llamada para degustar el diario almuerzo, como si fuera el primer paso de mi vida,
diciéndome:

-ahora bajo, Yo te busco-…

O mas aun, encontrándola esperándome en el pasillo, o susurrando a mi oído que la acompañase aquí o bien allá, daba igual, de memoria iría donde ella así dijera.
Que me hace falta entonces, que puedo argumentar, será aquel mal llamado gancho que me tendía la tristemente celebre Ilusión, las llamadas o quizá los mensajes de texto nocturnos o las citas de domingo con sabor a nada; y que no obstante siempre evalué como buenas o productivas, talvez las películas de mala critica o incluso el reclamo por el trafico cotidiano o la siempre lejana graduación que sabe muy añeja para los dos.

Siempre liados, siempre felices, siempre lejos parece nuestro lema, aunque decir “nuestro” me quede grande por que el Ella y el El, nos queda mejor, si a la medida de dos desconocidos, a pesar de la complicidad de la que fuimos parte, complicidad que recibió a posteriori burla y critica de terceros que nunca de nuestros encuentros nada supieron.
Que barata es la Ilusión - insisto - y hoy que me faltan los hola, encuentro que fue sencillo sentirse bien.

Que frágil era el tacto de la posibilidad que transparente pintaban los muros que existieran entre nosotros, las risas y los comentarios aparcaban la imposibilidad; las frases comprometedoras que promovían el momento y los ocasos tibios y lejanos, con su sonrisa - la de ella -, eliminaban la duda, y normal que fuera Yo el naufrago meditabundo de los mares del antojo que emborrachan al ciego de ilusión; envenenando de esperanza, de tibias manos, de dulces labios…
Pero las ilusiones son cortas, y las ausencias y consecuencias extensas, quien dijo que cobrara caro lo que surgió de regalo y que envidia opaca los cielos o que risas doblan las indiferencias, incluso que charla extensa se enmudece sin razón.

Es extraño pensar en lo que me hace falta; no quiero con esto confundir un simple deseo por regocijo o por vana obsesión; pero parece tan fácil compararlo con aquello que sentía, con eso a lo que llaman simplemente y a voces “Ilusión”, con aquello que obtenía tan fácil y tan barato dirían y es hasta cómico que sea cierto el saber tal cual esa condición cuando por las mañanas simplemente despertaba con la bendición de mi fugaz y muy personal –cabe decir- , personal fantasía.

Es difícil sentir tanto y no sentir nada; todo es fugaz pasajero, la puerta abierta debe cerrarse para que el caudal no se agote, nunca lo negué; pero luego de cerrar la incandescencia de mis propósitos, a veces, que sin querer la llamo a voces que me lleve consigo, porque el vicio de esta mal llamada Ilusión me reclama ir mas lejos en nuevos ojos, ojos que miran el firmamento, ojos de una mujer, que en este instante al igual que Yo, se encuentra sola también.