No seré Yo quien
cuente nuestra historia, no, serán los otros muchos que Yo he sido, quienes lo
hagan, en especial el que te ama y el que te odia. Tengo los ojos cerrados,
pesados parpados cubren mi mirar...
¡Pero veo claramente la imagen! Soy miope, pero lo veo claramente.
Han caído las
hojas; aun en contra de mi razón, mi corazón se agita...
Sin límite, sin
pudor ni memoria.
Hay un poco de
odio en este amor, como siempre existe miedo en la determinación de hacer lo
correcto...
Cuantas
realidades se han visto abatidas, para que esta realidad... Abstracta y oscura,
sea la realidad nuestra. Han caído las hojas de los árboles, han menguado en su
efímera vida, van dejando escondida, el rumor de tus besos querida.
Soy la sombra perenne de mis pasadas alegrías, cuando al sol del mediodía,
caricias y besos jugabas a hurtadillas...
Y entre tus
nubes, anida vuelos, postigo enredos de aladas fantasías, donde la caída no
parecía próxima, nacían perfectas alegrías.
Cuando tengas
vida que darme, dejare de morir...
Y cuando esto
haya muerto en realidad, comenzare a vivir.
Siempre habrá
parpadeos que nos instiguen a seguir escribiendo, así como manos precisas que
cumplan esa labor clandestina.
Han caído las hojas. Si…
Han caído las hojas; aun en contra de mi razón, mi
corazón se agita...
Sin límite, sin
pudor ni memoria.
No seré Yo quien
cuente nuestra historia, no, serán los otros muchos que Yo he sido, quienes lo
hagan, en especial el que te ama y el que te odia.
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