martes, 11 de junio de 2013

Historia De Un Dudante

Cerró el libro que con afán leía, la última página fue tan buena como la primera y creyó estar seguro que el universo actuaba de aquella manera tan lógica y rapaz que nos impide hacer de una tragedia una aventura menos pintoresca. – es predecible –, se dijo a si mismo, y concluyo su alboroto interno con un desinteresado suspiro.
La tasa de te vacía y enfriándose llamó su atención tirana por un segundo, - se podrá leer las tasas de té, como las de café? – nadie respondió, hablaba solo.
Su visita fugaz por el caribe despertó interés seudo científico, en la premonición casera y artesanal que practican de forma común en ciertas regiones de las islas. Le causaba mas morbo que interés, el futuro es incierto incluso para aquellos que ya no esperan nada. Es de tontos dijo –peyorativo el desatino de los sentimientos- sentencio.
Cosa rara toda esa superchería pensó, la magia, el amor, el destino, que era aquello tan irracional y enervante. –que perdida de tiempo-  Quien con un gramo de cultura e intelecto podría asumir tan solo el riesgo de pensarlo.
No termino de indagar en su pregunta interna, se levanto sin apuro, camino volteo y observo que algo le faltaba, retrocedió tomo el periódico que le acompañaba y que había dejado sobre la mesa, (a falta de la agenda que había dejado en la facultad, había realizado un apunte previo en el, no podía perder aquel periódico) pago en efectivo la cuenta por el croissant que apenas comió y la tasa de té que pudo leerle su destino y que nunca intento.  Tenia prisas mas urgentes, o mas triviales eso depende del enfoque. Nadie puede determinar exactamente que piensan o siente los hombres, ni siquiera los hombres mismos están seguros.
Siempre se considero un arbiter elegantiarium, un hombre muy superior, por no dejarse llevar a diferencia de la mayoría por los sentimientos sin lógica, por la pasión extralimitada. Catalogo de paranoide y esquizoides a quienes participan de dichas muestras de afecto repulsivo.
            La universidad le aguardaba con su innumerable transito de estudiantes y docentes, con sus tramites y documentos que si bien a nadie importaban, el precio de las situaciones que resolvían (o al menos eso parecía) les daban valor relativo. Hago la anotación dije relativo no porque carezcan de peso para aquellos que a los menesteres se entregan, lo digo porque en este mundo los absolutos no existen.
Camino rápidamente, -todos fluctuamos- dijo a media vos mientras cruzaba el umbral de una puerta que conducía a un patio mayor, ese día en particular hacia viento y  la variedad de gorras y chaquetas hacían acto de presencia. El frio es divertido pensó, hace que desaparezca el típico taedium vitae de esta humanidad ignorante.
Obliga a la gente a ponerse en acción, o muere de frio pensó…  Debía llegar a su reunión planificada de los martes, dilucidar las cuestiones de filosofía y teocracia y demás pamplinas que sus lectores le manifestaban todos y cada de uno de los martes, y aunque no le provocaba mucha emoción, rectificar su pensar ante sujetos que no tienen el menor grado de intelectualidad siempre era un motivo de franca y sobrada auto grandeza.
El sarcasmo de la gente intelectual es su arma favorita, cualquiera que tenga un ápice de lógica lo sabe, lo incluye en su menú cotidiano. Casi saboreo como trataría de pringados a la gran mayoría y acelero el paso. No creía en las cábalas o los destinos pero su puntualidad era para el algo sagrado y sentía ir contra reloj, su vaga disertación sobre la “estúpida tasa de té” y su no menos brillante analogía con la “tasa de café” le habían retrasado cinco minutos, y aunque nada grave sucediera por un ínfimo atraso el sentirá que una especie de “maldición” (por no encontrar otra definición) lo afectaría.
No puedo permitirme trivialidades propias del gentío –se repitió- justificando su apurado paso entre la gente, es cierto nada puede pasar por un atraso, pero no me condenare a exponerme a producirlo.  No creía en los encuentros casuales ni en las míticas conversiones, no era adepto de ningún culto ni apostaba por ninguna nigromancia o superchería. – las cosas son simple lógica- se dijo así mismo.
Cuando cruzaba una esquina frente a un teléfono publico, y en un arrebato de velocidad el periódico que llevaba bajo el brazo cayo al suelo, haciéndolo girar en su intento de sujetar el cumulo de papel que se precipitaba al suelo. –no logro sujetarlo-.
Furioso consigo mismo por el yerro, se agacho presuroso a levantar del suelo el  matinal de su gusto que recorría el suelo frio empujado por el viento, cuando una fina mano, tomo una de las muchas hojas  que no lograba alcanzar y que volaban en vaivén.  –aca esta dijo la suave y finísima voz-.
Levanto la vista, urgido de encontrar el rostro del ser que le prestaba su ayuda…
            Se encontró con los ojos más maravillosos que había observado nunca, la cima de la biología, el perfecto resultado de toda estética y perfección, con la boca más roja y pura que se atrevió a soñar, la fémina mas exquisita que la imaginación y el ingenio griego pudieron describir jamás, con el plus de la grandeza humana, sus ojos encontraron a aquel ser impregnado de una luz que jamás había visto o imaginado posible. Con gracia  providencial y divina, una que el desconocía. Con perfección casi prestablecida, con ensueño de destino que aquella voz le revelaba. Se encontró con algo que superaba su humanidad y lo hacia pensar en algo mas grande e inexplicable para él. Algo que quizás una tasa de café en el caribe quiso descubrirle.
 –y hasta ese entonces, se había negado a aceptar-.


En ese instante descubrió entonces, que el destino, que la magia, que el universo también actuaba mas allá de la lógica, que había un algo que no su cerebro no podía de manera alguna procesar con cautela, que el método y la técnica, el paradigma y el aforismo carecen de sentido, que hay obras de la existencia que no precisan de intelectualidad, lo descubrió entonces, lo supo en todo el esplendor de la realidad…  frente a esta mujer él, Él también era solo un juguete de ese improbable llamado L´Amour…

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