Cerró el libro que con afán leía,
la última página fue tan buena como la primera y creyó estar seguro que el
universo actuaba de aquella manera tan lógica y rapaz que nos impide hacer de
una tragedia una aventura menos pintoresca. – es predecible –, se dijo a si
mismo, y concluyo su alboroto interno con un desinteresado suspiro.
La tasa de te vacía y enfriándose
llamó su atención tirana por un segundo, - se podrá leer las tasas de té, como
las de café? – nadie respondió, hablaba solo.
Su visita fugaz por el caribe
despertó interés seudo científico, en la premonición casera y artesanal que
practican de forma común en ciertas regiones de las islas. Le causaba mas morbo
que interés, el futuro es incierto incluso para aquellos que ya no esperan
nada. Es de tontos dijo –peyorativo el desatino de los sentimientos- sentencio.
Cosa rara toda esa superchería
pensó, la magia, el amor, el destino, que era aquello tan irracional y
enervante. –que perdida de tiempo- Quien
con un gramo de cultura e intelecto podría asumir tan solo el riesgo de pensarlo.
No termino de indagar en su
pregunta interna, se levanto sin apuro, camino volteo y observo que algo le
faltaba, retrocedió tomo el periódico que le acompañaba y que había dejado
sobre la mesa, (a falta de la agenda que había dejado en la facultad, había
realizado un apunte previo en el, no podía perder aquel periódico) pago en
efectivo la cuenta por el croissant que apenas comió y la tasa de té que pudo
leerle su destino y que nunca intento.
Tenia prisas mas urgentes, o mas triviales eso depende del enfoque.
Nadie puede determinar exactamente que piensan o siente los hombres, ni
siquiera los hombres mismos están seguros.
Siempre se considero un arbiter elegantiarium, un hombre muy
superior, por no dejarse llevar a diferencia de la mayoría por los sentimientos
sin lógica, por la pasión extralimitada. Catalogo de paranoide y esquizoides a
quienes participan de dichas muestras de afecto repulsivo.
La
universidad le aguardaba con su innumerable transito de estudiantes y docentes,
con sus tramites y documentos que si bien a nadie importaban, el precio de las
situaciones que resolvían (o al menos eso parecía) les daban valor relativo.
Hago la anotación dije relativo no porque carezcan de peso para aquellos que a los
menesteres se entregan, lo digo porque en este mundo los absolutos no existen.
Camino rápidamente, -todos
fluctuamos- dijo a media vos mientras cruzaba el umbral de una puerta que
conducía a un patio mayor, ese día en particular hacia viento y la variedad de gorras y chaquetas hacían acto
de presencia. El frio es divertido pensó, hace que desaparezca el típico taedium vitae de esta humanidad
ignorante.
Obliga a la gente a ponerse en
acción, o muere de frio pensó… Debía
llegar a su reunión planificada de los martes, dilucidar las cuestiones de filosofía
y teocracia y demás pamplinas que sus lectores le manifestaban todos y cada de
uno de los martes, y aunque no le provocaba mucha emoción, rectificar su pensar
ante sujetos que no tienen el menor grado de intelectualidad siempre era un
motivo de franca y sobrada auto grandeza.
El sarcasmo de la gente intelectual
es su arma favorita, cualquiera que tenga un ápice de lógica lo sabe, lo
incluye en su menú cotidiano. Casi saboreo como trataría de pringados a la gran
mayoría y acelero el paso. No creía en las cábalas o los destinos pero su
puntualidad era para el algo sagrado y sentía ir contra reloj, su vaga
disertación sobre la “estúpida tasa de té” y su no menos brillante analogía con
la “tasa de café” le habían retrasado cinco minutos, y aunque nada grave
sucediera por un ínfimo atraso el sentirá que una especie de “maldición” (por
no encontrar otra definición) lo afectaría.
No puedo permitirme trivialidades
propias del gentío –se repitió- justificando su apurado paso entre la gente, es
cierto nada puede pasar por un atraso, pero no me condenare a exponerme a
producirlo. No creía en los encuentros
casuales ni en las míticas conversiones, no era adepto de ningún culto ni
apostaba por ninguna nigromancia o superchería. – las cosas son simple lógica-
se dijo así mismo.
Cuando cruzaba una esquina frente a
un teléfono publico, y en un arrebato de velocidad el periódico que llevaba
bajo el brazo cayo al suelo, haciéndolo girar en su intento de sujetar el
cumulo de papel que se precipitaba al suelo. –no logro sujetarlo-.
Furioso consigo mismo por el yerro,
se agacho presuroso a levantar del suelo el
matinal de su gusto que recorría el suelo frio empujado por el viento,
cuando una fina mano, tomo una de las muchas hojas que no lograba alcanzar y que volaban en vaivén. –aca esta dijo la suave y finísima voz-.
Levanto la vista, urgido de
encontrar el rostro del ser que le prestaba su ayuda…
Se
encontró con los ojos más maravillosos que había observado nunca, la cima de la
biología, el perfecto resultado de toda estética y perfección, con la boca más
roja y pura que se atrevió a soñar, la fémina mas exquisita que la imaginación
y el ingenio griego pudieron describir jamás, con el plus de la grandeza
humana, sus ojos encontraron a aquel ser impregnado de una luz que jamás había
visto o imaginado posible. Con gracia
providencial y divina, una que el desconocía. Con perfección casi
prestablecida, con ensueño de destino que aquella voz le revelaba. Se encontró
con algo que superaba su humanidad y lo hacia pensar en algo mas grande e
inexplicable para él. Algo que quizás una tasa de café en el caribe quiso
descubrirle.
–y hasta ese entonces, se había negado a
aceptar-.
En ese instante descubrió entonces,
que el destino, que la magia, que el universo también actuaba mas allá de la
lógica, que había un algo que no su cerebro no podía de manera alguna procesar
con cautela, que el método y la técnica, el paradigma y el aforismo carecen de
sentido, que hay obras de la existencia que no precisan de intelectualidad, lo
descubrió entonces, lo supo en todo el esplendor de la realidad… frente a esta mujer él, Él también era solo un
juguete de ese improbable llamado L´Amour…
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