miércoles, 14 de septiembre de 2016

Epilogo

Y firmado el pacto con La Muerte diletante, solo me queda transitar y escribir más por lo que me queda aún de vida. Renace el día en mi comprensión. Sé de súbito y no de improviso. Que este es el epílogo de mi canción.

Las huellas del amor en mi colchón, como maldición que me recuerda, este multitudinal conglomerado obsceno y recurrente de sueños rotos...
Si, solo ya sin ti, como en un filme de bajo presupuesto, vas corriendo a contracorriente con el final súbito de un guion de segunda.

Puro desfase.

Nadie ha chocado contra el cielo, pero espero que las estrellas estén más lejos de lo que cuentan, no quiero volver a impactarme en seco.
Quiero ser libre de ti o esclavo tuyo. En mi habitación llena de libros, de tabaco y perfumes, de letras propias y ajenas, llena de otros «Yo»... Vacía de ti estoy proclive a alucinar en este estado de ruptura y silencios.

Si, ese momento en la caída, cuando todo cobra «sentido» y aunque no hay más nada por hacer precipitado, el miedo ya no existe cerca al suelo.

Descalzo y viendo hacia arriba...

No necesito alas, estoy en la «caída».

Cerré los ojos, me exilio al oscuro momento de tu ausencia... Cerré los ojos para no ver la nada.
Para engañar al «silencio». 

Renace el día en mi comprensión. Sé de súbito y no de improviso. Que este es el epílogo de mi canción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario