Ese niño extraviado sentado en el bosque de
la indiferencia oscura, aferrado a una sombra de un gran árbol cuenta cuentos,
ese que te llama. Y me descubro y te descubro humana, y fallida y en soledad, y
sos mi espejo porque reflejas eso que siento, eso que soy, ese niño perdido que
narra.
Vos no sabes, pero te sueño y te escribo este
verso, hace ya mucho tiempo. No para ti, ni para mí, hablo de un nosotros de un
mundo más acá. Se te olvida que portas en el alma, eso que ya no soy.
Eso que sueño y busco obnubilado en los
jardines secretos de tu corazón sin dueño. Pero volás, vos volás lejos, no me
escuchas, nadas entre nubes, lloras y llueve en mi mundo.
Se te olvida que anclaste en mi muelle. Se
queda corto el ocaso y desnudo el intento, porque al abrazarte siento que tiene
futuro lo incierto.
Vos sabes que no tengo casa, porque sos mi
hogar y volás, y volás lejos y regresas como primavera, sabes que soy huérfano
sin tus besos. Esta cama matrimonial que carga noche a noche un divorcio. La
voz a medias que llama y nadie contesta. Te acuerdas, te acuerdas de mí. Vi
caer una gota y luego otra y otra. El cielo estaba despejado, era una tarde
cálida y apacible, claramente no era lluvia lo que veía. Besaba aquella boca
color rosa, la besaba con mi vida, nunca probé mentiras tan dulces, nunca me
atreví a pensar que eran dulces falacias. Desabrocho con su pequeña mano otro
botón de mi camisa, puso el índice en mi boca, haces ruido me dijo. Era mi
corazón que golpeaba mi pecho.
Baje la ventanilla del coche, hacía calor, tu
dormías placida y Yo aceleraba a fondo. Me urgía llegar al futuro, no tenía
idea no tenía idea. Quien te tomara de la mano en tus ratos libres, quien será
el que ve en tus ojos lo que Yo ya no veré. Tal vez en otra vida, al cruzar una
calle cualquier calle, nos volvamos a mirar; tal vez me sonrías, tal vez Yo
diga hola...
Cuando la ola rompió a nuestros pies en aquella
playa al atardecer, Yo invente sonetos para toda la vida. Pero la vida acababa
en ese golpe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario