miércoles, 2 de noviembre de 2011

Malos Sueños (Espectro Errabundo)


Camino por un sendero oscuro, esta tan oscuro que no veo mis pasos adelante, frente a mí poco a poco se vislumbra una salida, el espacio que me conduce al final de este opaco camino, me acelero hacia aquella visión; avanzo y llego presuroso. Urgido.
Estoy en otra habitación un espacio que no logro concebir por su enorme continuidad, entonces un quejido lastimero llama mi atención…
-volteo-, busco en la inmensidad del lugar la procedencia de aquel sonido, pero ubicarlo es difícil, no le encuentro, - ¡no me encuentro! -, dentro de esta pena clandestina.

Al fin, como por encanto, logro ver… está ahí, vestida de blanco, convicta en la inmensidad  casi tendida en suelo, murmurando algo que no logro entender, sollozando desesperada...
 Es ininteligible su llanto, en la clausura del espacio abierto  una niña de cabello largo y oscuro como la noche, como las tinieblas donde antes me encontraba. Llora.

Camino hacia su encuentro, su intenso llanto ha generado en mi la curiosidad, la abordo tocando su hombro, le pregunto desganado buscado el remedio –¿estás bien?-, pero la respuesta no aparece, su llanto no cesa y los sollozos la embargan terriblemente, me esconde tímida la faz,  me asusta pensar que está herida de alguna forma, por lo que insisto en preguntar                           –¿estás bien?-,
-¿Quién eres-…
Pero no contesta, me acerco más porque entre llanto y sollozo parece decir algo que no logro entender.
Me acerco a su rostro y encuentro asustado que entre el largo cabello negro, entre las lágrimas profusas de sus ojos enormes, descubro entonces que estas borran gota a gota su rostro, volviéndolo difuso entre sollozos, disolviendo todo rastro de expresión humana…

Buscan en oscuridad mis ojos, no sé si estoy despierto; la penumbra de la madrugada me sorprende en mi cama, dudo aun de estar en vigilia, siento como si fuera un engaño onírico,
-estupor meditabundo o dulce blasfemia-;

Despertar en otro sueño sin haber despertado en realidad, estoy aturdido aun por la visión de la niña sin rostro, no logro digerir que significa este delirio, estoy al vértice de la espera.

-          Malos sueños –

La vos dulce de mujer, retoma mi vacilante atención, el cantico fantasmal y armonioso desde fuera de la casa me lleva a la ventana levantando lentamente la continua persiana de metal, 
-nadie afuera-, ni mujer ni canto, solo el bravo viento que sopla sin audiencia y con desdén     De repente, el ruido continúo del metal, varias piezas golpean las unas con las otras produciendo un sonido casi rítmico pero sin dirección, se acerca, lo escucho venir, está próximo lo advierto.
                                               –Pero ignoro lo que es-.
El hombre de la silla de ruedas arrastra su cuerpo en la calle, sobre aquella máquina que chirrea y golpea sus piezas sueltas por doquier, habla con candor, como si ante un auditorio se encontrara, habla y vocifera, en su monologo es varias personas y ninguna, se cuestiona y se contesta, - ¡no importa! - , grita.
    - ¡Así debe de ser! - se responde así mismo.

-¿Desde cuándo?- , para sí pregunta. 
  Porque soy el dueño!!!
– Se responde-,   le escucho expectante y atónito desde mi lúgubre ubicación.

Empuja con las manos sucias la vieja silla de ruedas que chirrea y golpea sus piezas por doquier, pasa frente a mi casa y mira parece hacerlo,  Yo también le observo, nuestras miradas se cruzan, nos vemos pero él lo ignora, se detiene mira hacia arriba una vez mas desahuciado y continua su letanía, su monologo implacable y su desgracia por los suburbios del nocturno mundo que compartimos.

Me detengo a pensar con los pies helados por el suelo inclemente, pero no comprendo a aquel ser salido del frio estertor de la noche que termina, me asusta el espectro errabundo, su condición miserable, nostalgio por un instante, rememoro mis lóbregos caminos, - lo hecho y lo desecho -, advierto entonces, todos podemos ser miserables todos tenemos malos sueños concluí confiado de mi supuesta superior condición;
Entonces oigo detrás de mí, en la oscuridad de los pasillos del sueño pronunciar mi nombre.                            

– Usted No Sabe -, dijo la cercana vos.                             

Abrí los ojos entonces...

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