el «bajo relieve» de mis sueños rotos
y las gotas de lluvia que saben a mar.
Que saben a sal.
Me vendo, anuncia el pregonero, en el velero de las pujas
quien entrara de lleno por mis miedos,
por los cuentos,
los dibujos,
El tintero...
Esta expuesto en la vitrina, tengo el «sfumatto» de corazón abierto,
y los sentimientos
al viento.
Vendo el «bosquejo» preliminar de mis sueños infantiles, y el andamio donde balanceo mis expectativas.
La cuerda floja por donde camine toda la vida,
y la cinta de zapato que nunca me ato.
Así es, pongo a la venta el todo, los miedos son bonos de regalo,
los besos y los abrazos que están casi completos.
Mis «inventos». Vendo las lágrimas y las sonrisas. El cúmulo de caricias,
mis miedos,
los cuentos,
los dibujos.
El tintero...
Remató el «éxtasis», que en su momento fue sagrado. Entrego de regalado,
las nubes de formas aladas,
y las promesas que guardo dentro con «exequias» de mar salado.
El epitafio que tanto he guardado...
Estoy a la venta, me vendo todo, las promesas rotas, las veladas de notas, los vinos, los poemas, los abrazos, el calor de los brindis «condenados».
La fe de errata, la infamia cuasi elocuente,
las millares de hojas llenas de letras sin remitente.
El intento de grandeza superado,
los acordes de mi «soneto» el de tu agrado...
Estoy a la venta, «me vendo», no encuentro mas sustento. Lo vendo todo, me vendo a mi porque cerré los ojos, me exilió al oscuro momento de tu ausencia...
Si cerré los ojos para no ver la nada. Para engañar al silencio. Iré a la mejor postora,
a quien acepte la oferta impostora.
Vendo un «mosaico» de mi, vendo todas las partes que me faltan,
el «bajo relieve» de mis sueños rotos,
el «adiós» de tu despedida
y las gotas de lluvia de ojos que saben a mar de trementina.
Que sabe a sal... En mi «vitrina».
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