Roberto Barrera es otro síntoma de nuestra
sociedad corrompida y alterada profundamente en sus valores, es la definición
de querella altanera, poder y autosatisfacción que destruye, y sobre su profanación
sigue construyendo más daño social. «El crimen de Roberto Barreda», obviamente
es la ahora inexistencia ya de Siekavizza, pero el crimen no inicia ahí, «el
crimen de Barreda» comienza mucho antes en la evanescente alcurnia del que todo
lo quiere, y fue permitido por muchos, por otros y algunos de nosotros.
«El crimen de Barreda» es por inicio ideológico,
es el resultado de años de burguesía altanera y presunciosa, producto del
berrinche y birria consentida, maquillada y tolerada sin restricción moral. De patología
aceptada a cambio de estatus. De poder desmesurado permitido por unos pocos y
sufrido por otros muchos. Este crimen como otros no tan televisados son
recurrentes y enfermizos, consecuencia del constante y permitido regocijo del económicamente
poderoso, por el consentido egocentrismo del que nada paga porque es dueño de
todo y del que no pide permiso, porque nunca fue puesto a raya, incluso cuando
se presume de familia honrosa de reputación conocida.
De estudios superiores en
instituciones de prestigio que pone a la sombra, o esconde cualquier muestra de
esta enfermedad moral que inunda los altos estratos (al igual que los bajos
estratos) de la sociedad latina en general. Esta blasfemia nace en el seno de
la podrida burguesía guatemalteca, bien querida y bien vista por todos. Nunca
juzgada, nunca perseguida y siempre admirada por la envidia y la añoranza del
que no posee tanto.
Surge en nuestras casas cuando enseñamos a
nuestras hijas a enamorarse de príncipes azules en mercedes benz o bmw; o
cuando decimos sin mesura a nuestros hijos que con el poder necesario nadie podrá
señalarnos. Cuando admitimos en silencio que no importa si el precio es el
correcto.
Surge cuando lo socialmente atractivo no debe
dar cuenta más allá de su rostro, de su marca, de su apariencia estilizada en comparación
del que carece. «El crimen de Barreda» surge cuando no ponemos limite a la barbarie
justificada y maquillada.
«El crimen de Barreda» nace al mundo y lo
enferma, cuando de toda la vida es consentido y exigente para con los demás sin
restricción alguna, como todos los de esta alta esfera, (y algunos de la baja)
sin que los condene estrado o tribunal o figura paterna. El criminal no teme la Ley porque la Justicia
esta maniatada y violada por los sobornos por la injusticia, la intimidación y
las “falsas creencias”, que a mi fuero externo considero el peor veneno de
todos.
«El crimen de Barreda» es solo la parte
televisada de otras muchas infamias y cegueras de la sociedad guatemalteca. Es
el mero reflejo de la podredumbre adornada de oro y la desfachatez; incluso de
los no tan afortunados en cuentas bancarias, y clubes sociales de categoría alegórica,
que gustan de reprochar solo en delitos mediáticos e ignorar otros tantos de
miles, que ocurren frente a sus ojos y no les importan.
«El crimen de Barreda» es de él, pero en
esencia es de todos.
Y seguirá siendo culpa de la totalidad
mientras, no nos quitemos la venda social, cultural y mediática que gobierna
las mentes nubladas de la sociedad guatemalteca.
Angel Ricardo Ramirez
@GatoDeAzotea06
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