Meditaba golpeando con la
suela del zapato el suelo. Cada golpe rompía ese espasmo de silencio en la
habitación, que aquella noche le pertenecía, como en otras noches había
pertenecido a una infinidad de viajeros que optaron por habitar el pálido
recinto, huyendo del frío, de la noche, de la ciudad o como el
-huyendo de
sí mismo-.
Ya es media noche justa y
Yo terminando de escribir... Buenas noches a mis demonios, los que sacan punta
al lápiz de mis letras.
-murmuro-,
Vio sus
apuntes, leyó despacio:
"Canto de sirenas
quiero escuchar en un mar sin tu nombre, en un barco sin mástil al cual asirme.
En un cuento con más de un final. Puede que cuando despiertes. Yo este soñando
un nuevo «sueño». Puede que todo esto sea solo una pesadilla de nuestro «silencio».
Por eso ando buscando motivos, que se parezcan a los míos! Tengo ganas de
escribir de ti, que eres el «infierno», el hogar de todas mis pasiones!"
Siguió zapateando...
La incesante triste
búsqueda humana por lograr tener un corazón
y luego perderlo...
Doble filo, doble moral
-Pensó para si-,
Para nosotros en el gran
laboratorio que es la vida... El índice de nuestras pruebas es la sensación! La
química de la razón: es el «lápiz» contra el «papel», el «odio» contra el
«olvido», la «vida» contra la «muerte».
Y ahora ya solo se resume
en la espera de la fementida reacción del valium; que no quiere darme el gusto
de cerrar los ojos y practicar para la «muerte»,
Aunque sea un momento.
-dijo entre
dientes-.
O quizás sea solo el soplo
del recuerdo que con el tiempo me ha enseñado a obnubilar incluso aquello que
creí infinitamente brillante... Más allá de los augurios. Del desbalance.
-sentenció-.
Levanto la mirada, se
encontró con el sucio espejo,
El egoísmo es «Ley»... Me
has enseñado bien.
O será, que el ave atrapa a
la jaula? Le da forma, color y dimensión a su mundo. Lo define.
-vaciló en su
cavilación-
Apretando con las manos los
ojos, fatigados.
Sonrió, aliviado, para la
figura en el espejo. Recordó su caminata vespertina y solitaria por la acera de
la conciencia que los pesados años a puesto a cuestas, la escalinata de
consecuencias y viceversa a la pregunta que es respuesta:
hoy solo no
quería escribir de ti.
Meditaba golpeando con la
suela del zapato el suelo. Cada golpe rompía ese espasmo de «silencio» en la
habitación...
Y espero a
que sus demonios sacaran nuevamente punta fina a su triste lápiz.
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