martes, 8 de julio de 2014

Monologo del escritor

Meditaba golpeando con la suela del zapato el suelo. Cada golpe rompía ese espasmo de silencio en la habitación, que aquella noche le pertenecía, como en otras noches había pertenecido a una infinidad de viajeros que optaron por habitar el pálido recinto, huyendo del frío, de la noche, de la ciudad o como el

-huyendo de sí mismo-.

Ya es media noche justa y Yo terminando de escribir... Buenas noches a mis demonios, los que sacan punta al lápiz de mis letras.
 -murmuro-,

Vio sus apuntes, leyó despacio:

"Canto de sirenas quiero escuchar en un mar sin tu nombre, en un barco sin mástil al cual asirme. En un cuento con más de un final. Puede que cuando despiertes. Yo este soñando un nuevo «sueño». Puede que todo esto sea solo una pesadilla de nuestro «silencio». Por eso ando buscando motivos, que se parezcan a los míos! Tengo ganas de escribir de ti, que eres el «infierno», el hogar de todas mis pasiones!"

Siguió zapateando...
La incesante triste búsqueda humana por lograr tener un corazón
y luego perderlo...

Doble filo, doble moral
 -Pensó para si-,

Para nosotros en el gran laboratorio que es la vida... El índice de nuestras pruebas es la sensación! La química de la razón: es el «lápiz» contra el «papel», el «odio» contra el «olvido», la «vida» contra la «muerte».

Y ahora ya solo se resume en la espera de la fementida reacción del valium; que no quiere darme el gusto de cerrar los ojos y practicar para la «muerte»,
Aunque sea un momento.

-dijo entre dientes-.

O quizás sea solo el soplo del recuerdo que con el tiempo me ha enseñado a obnubilar incluso aquello que creí infinitamente brillante... Más allá de los augurios. Del desbalance.

-sentenció-.

Levanto la mirada, se encontró con el sucio espejo,
El egoísmo es «Ley»... Me has enseñado bien.

O será, que el ave atrapa a la jaula? Le da forma, color y dimensión a su mundo. Lo define.

-vaciló en su cavilación-

Apretando con las manos los ojos, fatigados.

Sonrió, aliviado, para la figura en el espejo. Recordó su caminata vespertina y solitaria por la acera de la conciencia que los pesados años a puesto a cuestas, la escalinata de consecuencias y viceversa a la pregunta que es respuesta:

hoy solo no quería escribir de ti.

Meditaba golpeando con la suela del zapato el suelo. Cada golpe rompía ese espasmo de «silencio» en la habitación...


Y espero a que sus demonios sacaran nuevamente punta fina a su triste lápiz.

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