Cuenta la leyenda, que existía un escritor, que
no sufría.
Así dice la leyenda...
Que era cotizado y armonizaba con todo y todos,
Que escribía limpiamente,
Que no escondía tras la letra su ironía.
Cuenta la leyenda que escribió
cierto día: No me atrevo a dejar de creer en el «Amor»; ya deje de creer en la
sociedad, en dios...
Y su alegoría.
No me queda otra creencia que no sea el «Amor»
día a día. Predicaba que la apariencia es solo un entrepaño, que cubre lo
verdadero, que lo de dentro es nuestra verdadera esencia. Eso que no precisa moda ni
extravagancia. Que no pierde vigencia. Ni verbigracia.
Así dice la leyenda...
Que era cotizado y armonizaba con todo y todos,
Que escribía limpiamente,
Que no escondía tras la letra su ironía.
Cuenta la leyenda que escribió cierto día: «He
venido a contarte que dejare de contarte lo que te cuento».
Murió ese día.
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