El loco de la esquina se pone la mano en la
oreja y habla como si tuviera un teléfono móvil.
Es una de las pláticas más cuerdas que he oído.
Son más enredos que persona, más
latidos que corazón, más suspiros que vida y más adiós que perdón. Soy todo y a
la vez nada.
Sonrío con la sombra, sabía que tenía un mundo
para darle. Pero la sombra solo conoce de secretos y la alumbrante y cálida
sonrisa le asusto. Y apareces, como en un cuento y este monólogo, sigue siendo
monólogo, solo que ahora tus silencios, cuentan como suspiros y mis suspiros
no. –dijo-.
Vi por la ventanilla, y llovía con fuerza, sin
clemencia sin pausa alguna. Supe entonces que la lluvia como la ausencia no
tiene corazón... Todas las noches me muero un poquito, pero hace mucho se me ha
olvidado resucitar por las mañanas. Corto el tiempo los lazos, la
vida pero no pudo cortar el recuerdo y por eso mira hacia
arriba...
Entonces te das cuenta que al enamorarte habías
salvado la vida, pero con ese azar habías matado el futuro. Todo lo que me hizo
fuerte hoy es síntoma de fragilidad en mi corazón.
Los sueños rotos cortan las venas así
cobra venganza el corazón cuando se queda sin alas. No bastándole
olvidarme, a veces sin piedad ve mi foto y me recuerda.
Y no ve pues no tiene ojos…
Y no siente porque no tiene corazón, y aunque
no palpita es su regazo, el único que alivia
a mi frio corazón. El susurro a cuestas, la flagrancia grata, las visitas a la familia y sus consabidas mentiras.
El timbre ingrato, el placer de un rato. Los paseos en el parque, la television encendida, los juegos de mesas tramposos, el exquisito derroche de franqueza.
a mi frio corazón. El susurro a cuestas, la flagrancia grata, las visitas a la familia y sus consabidas mentiras.
El timbre ingrato, el placer de un rato. Los paseos en el parque, la television encendida, los juegos de mesas tramposos, el exquisito derroche de franqueza.
Hojas en el suelo.
El despertar a media noche, la ansiosa espera,
la canción en la radio y el césped alto. Sus tacones en el suelo, los platos sucios.
Las peleas cotidianas, el desayuno de cena, el
pedal a fondo en la carretera, la miopía en el cine mientras apretó su mano
pequeña. Tu paradigmática, arquetípica, condenada... Y Yo acá, en igual
condición queriendo ser libre queriendo liberarte.
Odio la vocación se odiar que he
adquirido, eso me pasa por enfrentar a su falso marido. Es curtida la
enseñanza, que nos puso en la balanza. Me odias porque te amo, te amo aunque me
odies, así de cruel ha sido nuestro convenio, desde el día en que empezamos a
soñarnos juntos...
El loco de la esquina se pone la mano en la
oreja y habla como si tuviera un teléfono móvil.
Es una de las pláticas más cuerdas que he oído.
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