Hay un planeta que
gira lento, orbita entre salto y salto eones tiene su edad, ha visto incalculables
especies y formas. Ha girado sin cansar por extremos de hielo y fuego, ha visto
bombas y flores, risas y llanto.
En pleno siglo XXI
de una era inventada, se erigió la Ciudad de la Gente sin Rostro; todos los
seres habidos y por haber han vivido y muerto ahí, Yo vivo en ese lugar; donde
moran las sombras sin cara, sin mención, sin palabra. Existieron sombras
extraordinarias, si, sombras capaces de crear música, arte y poesía. Nudos
humanos incomprendidos odiados y amados muy raras veces. Sombras con ojos.
En esa Ciudad de
Gente sin Rostro apareció un día, uno de esos días que parece que nada pasa,
todo para mi paso. Frente a mí, una mujer apareció, una mujer increíble, una
sombra que no era sombra; capaz de darle forma a lo que no se veía, de
regalarle perspectiva a lo plano, de hacer oír su voz en el silencio donde
muchas otras voces no alcanzaron mis oídos.
Aquella mujer, puso
sus pequeñas manos sobre mí y las sensaciones nacieron, me dijo mira y pude
ver, me dijo oye y escuche. En el mundo tiritante en la Ciudad de Gente sin
Rostro Yo vi su rostro, bese su boca, probé su cuerpo y todo fue claridad, cálido
y sublime, fue real y así lo infinito tuvo final y la noche conoció el día.
Nací.
Fui creado y por esa causa condenado en si a morir.
Todos siguen siendo
sombras sin rostro para mi, silencio sale de sus bocas pues no los escucho y
sin tacto pues no los toco ni intiman conmigo. Solo ella, ella sola entre
todos los demás adquirió figura y solo Yo pude verla. La ame, la amo mucho
aun y me amo, y ya no me ama mas tampoco. Pero en su ínfimo querer, tuve forma,
color, tacto y sonido. Deje de ser sombra, deje de ser nudo. En sus brazos Yo
era Yo y ninguno mas y ningún otro. Pero ella, ella que tiene luz y armonía y
claridad no podía, no quería quedarse conmigo. No sabe querer aunque lo crea,
no sabe amar aun cuando se le ama, es libre no tiene bordes su mundo, ingrávida
toca tierra cuando el antojo le gana y prende en vuelo cuando voltea para ver
mas lejos.
Me voy
dijo un día, y no me pregunto. Mi opinión no valía para esta aparición sublime
de la carne. Adiós me dijo, adiós aunque Yo soy incapaz de despedirme. Y así
como me regalo la forma, el amor y el sonido. Me dejo legado el dolor de las lágrimas
del amor despedido; no lloro ni vio hacia atrás, no pidió disculpas no escucho
reproches, corrió en camino de otra o muchas sombras, y mi amor que era suyo
aun llora en las noches. Y mis ojos que la vieron no la ven más.
Porque ahora siempre
es de noche para los ojos que no tiene luz, la luz que la alegre visión que su
persona me regalo con caricias. Con mentiras que sonaban a verdad. Es todo
y es nada, y aun cuando ya no es nada es todo en mi vida. Puse te extraño tanto, no leyó el encargo.
El oxímoron de la creación,
el beso de la Parca, el frió que eriza la piel, tiene su cara.
Hay un planeta que
gira lento, orbita entre salto y salto eones tiene su edad, ha visto
incalculables especies y formas y en la Ciudad de Gente sin Rostro, yo tengo
uno, pero está envuelto en lágrimas, tengo vos pero ella no la oye, tengo tacto
pero no puedo tocarla. En esta ciudad donde todos los habidos existen,
existieron o existirán un día, todos los dias Yo estoy solo en la sombra de su adiós
que peca de libertad...
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