Estaba viendo por la ventana, me vi corriendo, huyendo
despavorido, me vi no ver hacia atrás...
Pero, no era «Yo». Este insomnio dormido me juzga sin
precedentes.
Yo estaba acá anclado. Le busco el hombro a la Luna
para sopesarse un rato acurrucado en ella, pero hoy también ella,
Está ausente como tu... dondequiera.
Súbito desbarato de la noche, desgarro de tinieblas
presurosas a caer. Viene la madrugada, nos descubrirá con sol, nos vera solos;
pues la oscuridad ha resuelto quedarse dormitando en nuestros sueños.
Solo caminaba por la acera de la conciencia que los
pesados años a puesto a cuestas, la escalinata de consecuencias, el albur
clandestino y añejo de cuadra, de barrio. De pasado, de críos jugando con las
rodillas empolvadas, con el regaño de ancianos, con el cantar del borracho de
la esquina el que siempre, cantaba:
~Somos humanos sufriendo en un triángulo de planas
probabilidades rectangulares! Colmada de flamantes augurios y esquivos
detalles, cualesquiera la discreta vanidad~
Buscando, buscando el hombro de la Luna.
O quizás sea solo el soplo del recuerdo que la memoria
trae consigo engañando al inusitado percance de la edad, de la madurez que
presurosa de abalanza sobre los mortales hijos del polvo, herederos de la tumba,
de la silenciosa Luna de ojos abiertos.
Experiencia sensitiva el ruido apabullante de mi
conciencia, que colmada ha roto toda disciplina mental ha nacido un poema
clandestino, muerto de antes.
Le busco el hombro a la Luna para sopesarme un rato
acurrucado en ella,
Pero hoy también ella,
Está ausente como tu...
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