jueves, 19 de mayo de 2016

En el hombro de la Luna

Estaba viendo por la ventana, me vi corriendo, huyendo despavorido, me vi no ver hacia atrás...

Pero, no era «Yo».  Este insomnio dormido me juzga sin precedentes.

Yo estaba acá anclado. Le busco el hombro a la Luna para sopesarse un rato acurrucado en ella, pero hoy también ella,

                Está ausente como tu...  dondequiera.

Súbito desbarato de la noche, desgarro de tinieblas presurosas a caer. Viene la madrugada, nos descubrirá con sol, nos vera solos; pues la oscuridad ha resuelto quedarse dormitando en nuestros sueños.

Solo caminaba por la acera de la conciencia que los pesados años a puesto a cuestas, la escalinata de consecuencias, el albur clandestino y añejo de cuadra, de barrio. De pasado, de críos jugando con las rodillas empolvadas, con el regaño de ancianos, con el cantar del borracho de la esquina el que siempre, cantaba:

~Somos humanos sufriendo en un triángulo de planas probabilidades rectangulares! Colmada de flamantes augurios y esquivos detalles, cualesquiera la discreta vanidad~

Buscando, buscando el hombro de la Luna.

O quizás sea solo el soplo del recuerdo que la memoria trae consigo engañando al inusitado percance de la edad, de la madurez que presurosa de abalanza sobre los mortales hijos del polvo, herederos de la tumba, de la silenciosa Luna de ojos abiertos.

Experiencia sensitiva el ruido apabullante de mi conciencia, que colmada ha roto toda disciplina mental ha nacido un poema clandestino, muerto de antes.   

Le busco el hombro a la Luna para sopesarme un rato acurrucado en ella,

Pero hoy también ella,


Está ausente como tu... 

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