Amistad y noches de póquer y fines de semana en el
puterío; así se resumen ciertas cosas y ciertas cosas son todo lo que son,
aunque ya todo es mucho. Todas las noches me muero un poquito, pero hace mucho
se me ha olvidado resucitar por las mañanas.
Cortó el tiempo los lazos la vida
pero no pudo cortar el recuerdo y por eso mira hacia arriba...
Entonces te das cuenta que al enamorarte habías salvado la vida, pero con ese
azar habías matado el futuro.
Amor, sexo, recuerdo y locura se mezclan en
esa caja fuerte llamada memoria, esa caja que noche a noche golpea por ser
abierta ante mi miedo.
Yo era el caudal donde se explicitaban
visualmente sus traumas.
Eventualmente, en el momento oportuno, será
alzado en el aire el ultimo de mis suspiros, probablemente la brisa de ese
fugaz deseo le toque una oreja aquel día.
Todo lo que me hizo fuerte hoy es síntoma de
fragilidad en mi corazón. Los sueños rotos cortan las venas así
cobra venganza el corazón cuando se queda sin alas. No bastándole
olvidarme, a veces sin piedad observa mi foto y me recuerda; y no ve
pues no tiene ojos. Y no siente porque no tiene corazón, y aunque no palpita es
su regazo, el único que alivia a mi fría existencia.
La memoria implícita también
provoca intensas ganas de auto provocarse amnesia. De esos rifirrafes, tan
nuestros. Que no extraño pero dicen lo que en el fondo no nos decimos.
Me gusta definir mi vida como una cantidad in
numerada de objetos culturales «mundanos».
Prefiero ser lunático solitario y orbitar una
estrella fugaz... Me he encerrado en mi herida profundizándola más, impidiendo
cicatrizar inmiscuyéndome en donde sangra, donde duele... olvidando olvidar las
ruinas de la vida, que también son arte. Impresas sus solas ganas en su
particular mundo visual; nunca logro ver mi mundo que orbitaba junto a ella;
esa luna que equilibro su marea.
Es la auto amnistía la solución a nuestro
declive, el silencio es la respuesta, estos ciegos ojos y eso sordos oídos
tuyos.
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