No todas
las huellas pudiste borrar, para evitar que haga tu carta astral. Ya estoy tan
cerca, son delgadas fibras apenas, aquello que en su momento fuera una cadena.
Mi
ínfima dosis diría de tu recuerdo, que esta noche tiene ganas de intoxicarme a
caudales. Con tu copa de vino rosa, como siempre, como nunca...
El
hombre de lata buscaba un corazón, mira que Yo llevo años queriendo dejarlo
perdido y tampoco he podido... Siento el vino aun recorrer mis venas, de a poco
diluyéndose entre la sangre y las lágrimas que dan forma a este ser humano. Este
enojo aletargado que revive con el insomnio, que se fortalece con la nula
posibilidad.
Y me
sonrío solo a media noche acá en la oscuridad de mi buhardilla, porque siempre
cínica la tragedia personal. Siempre ahí con uno, sin ti.
Te
compadezco, porque sufrimos lo mismo, y sé que duele tanto, tantísimo el
corazón como para morir. Entonces cerré los ojos, el aroma de noche de
verano me beso los sentidos, me embriago los momentos, me puso un beso en tu
nombre.
Las
cuerdas de la guitarra solfean de ida y vuelta, el viento las trae a mis oídos,
me susurran historias de camas, camas que no son mías. En la esquina de ese
pensamiento de cara al viento fugaz de este deseo de verte, me vi en otra calle
en otra vida, en un cuento que no es...
¿De qué
día será la noche en que nos reencontremos en los sueños? Tu eres mi
religión, la única creencia ciega que poseo. Y como todas las religiones, no
eres más que una ensoñación de la mentira...Que sea sencillo no quiere decir
que alguien tenga ganas de hacerlo. Un tango o foxtrot da lo mismo, la
mente danza cuando abrís el cajón de recuerdos. Dulces voces de ayeres,
mordisquean el enjambre de sentir.
Ese beso
que el olvido me pone en tu nombre.
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