domingo, 16 de julio de 2017

De los poemas improvisados

De los poemas improvisados hay uno: Cuando en aquella madrugada entre el frío, entre sabanas tras un instante de placer, te dije «Te Amo», la vida cambio para siempre...

Todo lazo social, todo nexo empírico o planeado tiene «consecuencias» ... Y toda «consecuencia» un nuevo planteamiento.
Así es esto de vivir.
Vives hasta que mueres.
Entendí entonces cuando me dijo el frio, que el recuerdo entraría por la ventana si no la cerraba. Súbito desbarato de la noche, desgarro de tinieblas presurosas a caer... Viene la madrugada, nos descubrirá con sol, nos vera solos... Irreparable descarrilamiento fugaz de la fortuna.

Adoramos la belleza porque es fugaz, nos equiparamos a dios, pero dios no existe, somos malditos por elección y cautos por consecuencia. ¡El amor y el odio, operan de la misma manera, es su naturaleza esencial, dirigirse hacia lo ininteligible... Igual que los besos que pusiste un día en mi boca!
Hoy suena el «adiós». La vida es aquel teatro del absurdo, donde esencialmente "nada ocurre, dos veces". ¡A menos que sea tragedia latente! Y destruir, tu vida, la vida que quería para mí, es casi suicidio, es negar lo santo por lo profano.

Si, había mil razones, pero para mí con la primera bastaba. Me basto para amarte una sola. Por lo pronto, sin métrica alguna, exijo cordura, sin conseguirla se ha visto extinta en un mar, sin expiar la culpa del deseo consumado.

Me dijo el frio, que el recuerdo entraría por la ventana si no la cerraba. Y ahí empieza la película, es decir cómo habría sido la historia si se hubiera tomado el otro rumbo, aquel que entonces se descartó.
Soy historia pasada, futuro poema, presente canción, con letra de anatema... Soy sombra de desatino, castillo en el aire demolido. Soy Yo. Por amar al Amor, surgió el Odio... Al salir, me perdí. Enseguida fue demasiado tarde para retroceder.
Sartenes y platos por tirar, un horno que no volverá a cocinar... un vaso que lleva tu nombre, como lápida conmemorativa. Tenemos el mismo «problema». Eso que deseamos, aquello por lo que damos la vida. Es una mentira, un autoengaño de nuestro egoísta corazón. Que no se te oxide el amor, que no te cubran las intrigas, que la verdad no sepa a mentira, que subsista mi ser en tu corazón...
Supongo que no me resta más por decir... (Ya todo lo he confesado) a su saber; no está en mi epílogo... Hoy por hoy soy, el del prólogo.

Esperando el mensaje, la llamada, el hola o el adiós que nunca llega. Esperando a la Muerte que todos los días me sonríe. A mí. Fuerte serepindia que lleva tu nombre, sigues acá, sigo aquí, no estas, estoy contigo, estas sin mí, vivimos sin él «nos», morimos solos... Esa extraña sombra que me mira, que me acusa, que me llama, esa sombra en el espejo... En la ciudad de la eterna primavera, el frio nos robó lo primaveral, y la ausencia los amaneceres. Me dijo el frio, que el recuerdo entraría por la ventana si no la cerraba.

Si con tu cuerpo rompes mi carencia, con tu alma mi oscuridad, con tus secretos mis verdades, con tu boca mi soledad. Sin con una oportunidad, le das vida a este poema improvisado.


Cuando en aquella madrugada entre el frío, entre sabanas, tras un instante de placer, te dije «Te Amo», y la vida cambio para siempre...

No hay comentarios:

Publicar un comentario